martes, 9 de junio de 2009

Desde adentro


Y un día miró para atrás. Al fin, como una cuenta pendiente, todos sus sentidos latieron y descubrió que el cielo, de a ratos, se veía limpio, que el fuego no sólo quemaba, también iluminaba el calor y que su piel sangraba. Era sangre, era vida, fueron señales.
Abrió los ojos, escuchó los gritos que reventaban las cabezas y fueron mucho más que oídos sordos. Y un día miró para atrás. Desde entonces toma una copa atenta, la observa y cae en la subida que ahora es su vida.
Le tiembla el pecho y las piernas, el miedo cada tanto reaparece, pero es vida. Es sentir, y un día miró para atrás; desde entonces los dientes blancos se ven. Está sonriendo, con la vista al frente y los pies livianos. Agradece a ese día, en el que miró para atrás. Para no ser lo que fue.